Balance Entre El Caos, Comenzando Desde La Niñez
Escrito por: Katia Saravia, co-fundadora Colegio Trinus.
Publicado en Look Magazine
Te pregunto: ¿Cuántas veces en tu vida has buscado vivir de manera equilibrada?, ¿qué es lo que te ha hecho falta para lograrlo?, ¿consideras que el balance fue algo que perdiste en el camino?
En lo personal, el desbalance en la vida es un tema con el que he venido luchando casi a diario en los últimos años. Me di cuenta que esto comenzó cuando los ataques de ansiedad vinieron a mí, y aunque al principio no logré identificar la relación entre ambos problemas, gracias a la introspección pude reflexionar y aceptarlo.
Fue en ese momento en el que determiné que debía analizar mi vida para descubrir desde cuándo era que esa inestabilidad me estaba afectando. Recordé que mientras estaba en la primaria tenía el tiempo libre para jugar con mis vecinos, y luego, conforme fui creciendo, mi horario en las tardes se fue saturando cada vez más; con estas memorias logré darme cuenta que mientras me hacia adulta el tiempo se me hacía más corto.
Con el paso del tiempo comencé a trabajar en un colegio, y allí terminé de comprender cómo es que en la actualidad queremos robarle la infancia a los niños. La sociedad nos ha hecho querer acelerar todos los procesos en la vida y así crear ‘pequeños adultos’ que sean maduros, que afronten la vida y que entiendan muchas cosas que a su edad no necesitan.
Lo que los menores de edad verdaderamente necesitan es más tiempo para ser niños. No los forcemos a que en determinado tiempo deben ser capaces de decir cierta cantidad de palabras o que deben ser los primeros en leer. Si lo meditamos bien, ¿cuál es la insistencia en esto?, ¿para qué?, ¿cuál es el beneficio que ellos obtienen con esto en un futuro?
En cambio, si se educan niños equilibrados se les está facilitando el tener una mente más flexible en un mundo tan cambiante como en el que vivimos actualmente, además de enseñarles a afrontar sus miedos y sentirse cómodos fuera de su zona de confort. Los niños aprenden por medio de la imitación, entonces al estar frente a ellos, debemos ser conscientes de cómo actuamos y qué decimos.
Como adultos, debemos trabajar en nuestra inteligencia emocional, y a partir de allí, tomar la responsabilidad de enseñarles a los niños desde que son pequeños cómo este equilibrio y bienestar se alcanza y lo que conlleva. Esto para que ellos no tengan miedo de estos procesos.
La educación que le brindamos a los niños es uno de los factores más importantes para poderles fundamentar una vida integral. Si ellos reciben una enseñanza puramente académica, van a estar desarrollando su lado intelectual pero estarán dejando afuera el lado social, emocional, físico y espiritual.
Con el pasar del tiempo, comenzamos a observar más colegios que optan por nuevos métodos educativos que toman en cuenta distintas áreas de la vida. Pasan de ser modelos educativos basados en lo académico, a modelos educativos basados en las verdaderas necesidades de los niños.
Por ejemplo, la pedagogía Waldorf se enfoca en desarrollar el lado emocional, social, físico y académico de los niños. La enseñanza de este método es a través de un aspecto tridimensional que involucra las partes del cuerpo, como las manos (físico), la mente (académico) y el corazón (emoción), cautivando a los alumnos en todos sus niveles de aprendizaje y también estimulándolos por medio de su imaginación y emociones.
El currículo de este sistema respeta las etapas de desarrollo de los niños. Cada año se introduce contenido acorde a las mismas. En cuanto al aspecto espiritual, no necesariamente se debe ver alineado con la religión, sino más bien con una cuestión moral de enseñarles la diferencia entre el bien y el mal.
Procuremos no saturarlos, ni con tutorías, clases de refuerzo, clases extracurriculares o deportes. Tampoco los sobre estimulemos con un cuarto lleno de juguetes que no saben ni cuál escoger. Démosles a los niños la oportunidad de que se aburran y usen su imaginación, así se sorprenderán de todo lo que pueden crear.
Considero que debemos dejar que los niños pasen tiempo con ellos mismos y conozcan sus emociones. Lo importante es compartir tiempo de calidad con ellos. Regalémosles la oportunidad de ser niños, educados, activos, emotivos, ya que tendrán toda una vida para ser adultos; todo a su debido momento.