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Rène Peterson nos comparte los detalles de cómo es un día en Trinus y cómo nuestros niños aprenden. Ella utiliza como ejemplo el bloque de matemáticas para resaltar lo único y especial de la pedagogía Waldorf.
Después de ver el video, entenderás por qué la pedagogía Waldorf es tán efectiva y por qué nuestros niños están tan motivados a seguir aprendiendo.
Yo opino que lo que hace al sistema Waldorf distinto de otros sistemas educativos es que realmente estamos dedicados a educar a todo el ser.
En nuestra opinión, no solo el desarrollo intelectual de un niño es importante: su desarrollo físico y emocional revisten la misma importancia.
También queremos asegurar que hacemos cosas adecuadas y significativas para la edad de cada niño; todo realmente gira en torno a los niños, y el punto en el que se encuentran en su desarrollo.
Es igual de importante para nosotros asegurar que en el aula se cubran todas las necesidades de los distintos estilos de aprendizaje para que cada niño tenga la oportunidad de aprender.
Entonces, por ejemplo, si enseño matemáticas y el concepto de la división, no solo pongo divisiones en la pizarra y como que digo: bien niños, esto es la división y ésta es la forma en que se hace. Por ejemplo: podría darles a los niños digamos frijoles, fósforos o fichas, dividirlos en grupos para que cada grupo tome sus frijoles o sus fósforos y luego les pediría dividirlos de manera equitativa entre todos los niños que hay. De esta manera, los niños que necesitan ver ocurrir la división verán los frijoles y dirán “uno para ti, uno para mí, uno para ti, uno para mí”.
Los niños que aprenden haciendo pueden de hecho realizar la acción de tomar los frijoles y distribuirlos y experimentar compartir y dar uno a cada persona.
En el caso de los niños que aprenden de forma auditiva: todo este tiempo que estamos realizando la acción hablamos del proceso, hablamos sobre lo que estamos haciendo, así que además de verlo escuchan lo que ocurre.
Los niños que aprenden haciendo pueden de hecho realizar la acción de tomar los frijoles y distribuirlos y experimentar compartir y dar uno a cada persona.
En el caso de los niños que aprenden de forma auditiva: todo este tiempo que estamos realizando la acción hablamos del proceso, hablamos sobre lo que estamos haciendo, así que además de verlo escuchan lo que ocurre.
Luego están los chicos que son muy rápidos y que pueden hacer las matemáticas en su cabeza, sabes, que cuando yo digo: “bien, tienen 24 frijoles y los tienen que dividir entre 8 niños, inmediatamente saben que cada uno recibirá 3”.
Pueden escribir su respuesta en una hoja de papel y durante el proceso verifican que su respuesta es la correcta.
Después de haber hecho esto, usamos los libros de matemáticas, y los niños entonces escriben o hacen un dibujo; primero hacen un dibujo de lo que hicieron.
Aquí, nuevamente, incluimos a los niños que necesitan ver los dibujos y también a los
que son creativos y necesitan usar sus crayones y necesitan dibujar y explorar de esa manera. Y sólo después de eso, llegamos al punto de escribir los números, es decir: 24 dividido entre 8 es 3, o al revés: 3 es igual a 24 dividido entre 8. De esa manera, al final del proceso, hemos cubierto el estilo de aprendizaje de tantos niños como sea posible.
Y así, el aprendizaje de las matemáticas es liviano, resulta divertido y ameno para los niños, a la vez que es práctico y real. Y en estos tipos de situaciones de la vida real damos a toda la oportunidad de aprender en el aula.
Escrito por Aguamarina, una psicóloga y maestra especialista en audición y lenguaje.
Desde que Sunflower empezó el curso pasado a ir a la escuela Waldorf de Mallorca,
nos dimos cuenta rápidamente de cómo la escuela ha tenido una influencia muy positiva, no sólo en ella, sino en nuestra familia.
Nos ha aportado muchas cosas; más estructura y ritmo, y por tanto una vida más relajada y fluida, más paz, más música, más cuentos,
más comunicación, más disfrute…
Creo que la forma de entender y mirar al niño que promueve la pedagogía Waldorf, tiene aspectos que son muy buenos y contagiosos,
y todas las familias, aunque no lleven a sus hijos a una escuela de este tipo, pueden beneficiarse de ello.
Por eso, hoy he preparado 11 propuestas o maneras fáciles que te permitirán ofrecer a tus hijos algunos de los beneficios de la pedagogía Waldorf en casa.
Para que te pongas más en situación, aquí te expliqué con más detalle qué es la pedagogía Waldorf, pero te diré que es una pedagogía que parte de
un profundo conocimiento del niño y del desarrollo humano, que busca educar al niño como una persona completa,
y no sólo centrándose en su desarrollo académico.
Los primeros siete años, tan importantes para su futuro desarrollo como adulto (te expliqué algo de esto aquí),
son unos años en los que los niños tienen un gran potencial de aprendizaje, sobre todo por imitación,
y en el que dos de sus necesidades importantísimas son el movimiento y el juego libre.
Partiendo de estas ideas básicas, aquí van las 11 propuestas, todas ellas las aplicamos en nuestra casa:
Permitir que el niño pueda jugar de forma libre en casa con juguetes no muy definidos.
Cuanto menos definido y más arquetípico sea el juguete, más espacio hay para la imaginación y el juego creativo del pequeño.
Por eso, en una familia Waldorf es habitual que encuentres un rincón de la casa con cestas en las que habrá bloques de madera naturales,
conchas, piñas, piedras, sedas, cintas, animalitos de madera o de punto,…
De lo que se trata es que los juguetes permitan al niño que sea él quien piense y decida de qué manera quiere utilizarlo
y que no sea la empresa de juguetes la que lo haga.
Así un coche de madera de repente puede ser camión de bomberos, o de policía, u otra cosa.
Y una piña, puede pasar de ser la comida de las ardillas, a una silla, o una montaña,…
Se necesita este tipo de juego para el desarrollo creativo y emocional sano de un niño, pues permite conectar al niño,
y sin duda, es la mejor base para el desarrollo intelectual posterior.
Ya te expliqué aquí, que en una escuela Waldorf se considera que jugar en un jardín, al aire libre, es casi un derecho de los niños.
Que tengan opción de subirse a los árboles, recoger flores u hojas, jugar con piedras, cavar agujeros en la arena, jugar con agua,…
Es a través del movimiento que el niño se conecta consigo mismo y con su entorno.
Además, jugar en la naturaleza permite que el niño vivencie de forma más intensa y completa el ritmo de las estaciones.
Sin embargo, actualmente existe una tendencia generalizada de desnaturalizar los parques infantiles,
y ya casi no quedan parques con arena, o piedras, todos están asfaltados.
Hace poco, de hecho, asfaltaron uno de los parques preferidos de Sunflower, y se llevó un gran disgusto cuando se dio cuenta que ya no podría jugar más
con las piedrecitas del suelo, con lo que le gustaba.
Parece que si el niño toca la arena, la tierra o las piedras, o la hierba, es malo, se va a ensuciar o hacer daño.
Desde mi punto de vista, esto lo único que hace es desconectar a los niños, de ellos mismos (de su interés natural por explorar) y de su entorno,
mostrándoles una realidad como si fuera perjudicial o dañina. ¿Y cómo puede crecer un niño al que no se le permite jugar y tocar a su aire?
Inseguro y desconfiado, como poco.
La mayoría de padres solemos ir con cuidado con lo que ven nuestros hijos en la tele. Menos mal, aunque he de decir que en nuestro caso prácticamente no vemos la tele.
Y es que, que vean dibujos animados, o una película infantil, no es el verdadero problema.
No es tanto el contenido (aunque para la pedagogía Waldorf también puede serlo) pero sobre todo es lo que supone estar mirando la tele o jugando con la pantallita.
Para empezar el niño tiene que estar quieto. La necesidad natural de un niño pequeño es estar en continuo movimiento,
por lo que cuando está sentado un tiempo prolongado, absorbido por la excesiva estimulación audiovisual, está haciendo algo que no es natural, reprime su necesidad primaria de moverse.
Y esto puede tener consecuencias negativas, algunas ya muy extendidas como el famoso déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Además, hay otra cuestión para la pedagogía Waldorf, muy importante. Las imágenes interrumpen el desarrollo de su imaginación.
El niño se ve bombardeado por imágenes externas, que acaban sustituyendo sus propias creaciones y respuestas naturales.
Por ejemplo, si nunca antes has visto a Blancanieves y alguien te narra su historia, seguramente la imaginarás en tu mente de una manera
determinada, pero una vez que hayas visto la versión de Disney, ya es muy difícil imaginarla de otro modo que no sea como la que presenta la película.
Digamos que la tele corta las alas al potencial creativo de los niños.
Vivimos rodeados de los ritmos de la naturaleza (día y noche, fases lunares, estaciones, las mareas…).
Nuestro cuerpo está lleno de ritmos (corazón, respiración, el ciclo de la fertilidad femenino, ritmos circadianos del metabolismo).
Sin embargo nuestro ritmo de vida occidental nos ha alejado de los ritmos de la naturaleza, lo que nos ha desconectado a muchos de los mensajes y
los ritmos de nuestros propios cuerpos, y por tanto hemos olvidado la importancia del ritmo en la vida diaria.
La pedagogía Waldorf sostiene que los niños que disfrutan de una vida regular confían en su mundo y no les preocupa la incertidumbre de lo que pasará después.
Como los pequeños están tan centrados en el cuerpo y la imitación, el ritmo en casa constituye una guía para su vida,
creando buenos hábitos, ayudándoles a centrarse en su aprendizaje y desarrollo, a la vez que evita los enfrentamientos y
las discusiones familiares a la hora de comer, o a la hora de ir a dormir.
Con un ritmo, los niños entienden que cada cosa tiene su momento. Hay un momento para jugar y hacer lo que le apetece, otro para comer,
otro para lavarse los dientes, o ir a dormir.
La verdad es que esto lo hemos comprobado en primera persona, y nos va genial.
Por ejemplo, en casa, además de las rutinas para levantarse, o ir a dormir, donde hacemos cosas a modo de ritual, como cantar la canción de buenos
días mientras nos vestimos, también tenemos un menú específico para cada día de la semana (igual que en su escuela) lo que ayuda a estructurar y
dar orden a nuestro día a día respecto a las comidas.
Y la verdad con lo que me costaba organizar este tema (no soy nada cocinillas), de esta manera es mucho más fácil.
Así Sunflower sabe, por ejemplo que los días que come arroz, por la tarde va a psicomotricidad.
O que el día que come pasta, es el último de la semana que va al cole y empieza el fin de semana de descanso.
Además, los niños tan pequeños todavía no tienen nociones claras sobre el tiempo, y así poco a poco lo van interiorizando y estructurando.
Por otra parte, establecer ritmos en casa va genial para aquellos niños inquietos y nerviosos, pues está más que demostrado que el ritmo en la vida
hogareña ayuda a calmarlos, porque así su vida consiste en una serie de acontecimientos en los que ellos pueden participar y les proporcionará una sensación de seguridad.
Comer todos juntos, alrededor de la mesa, con una vela encendida.
Esto es algo que hemos incorporado a nuestro día a día y nos gusta mucho.
El ritual de encender la vela nos sirve para centrarnos en ese momento de encuentro, de comunicación, de nutrición afectiva y familiar,
que además viene de la mano del alimento.
Es como una reverencia que convierte la ocasión en un momento de mayor unión familiar.
Para ello, en casa tenemos un pequeño centro que vamos decorando según la estación
y la vela está encendida en todas las comidas que compartimos en familia.
Aquí puedes ver nuestra vela del otoño, junto con algunas que hemos utilizado en estaciones anteriores. Y también nuestra vela de invierno.
Las canciones infantiles y los juegos de dedos y de falda tienen un gran valor en el Jardín de Infancia Waldorf,
pues aportan muchos de los ingredientes que consideran importantes como ritmo, sonidos y movimiento, conectando cuerpo, corazón y mente.
Alguna vez te he hablado de Tamara Chubarobvsky, logopeda holística Waldorf, que hace una labor muy buena de dar a conocer canciones, rimas y
juegos de dedos que pueden favorecer el desarrollo de una infancia sana.
Muchas de sus rimas y juegos de dedos los tenemos incorporados en nuestro día a día familiar, como la de la gallina para pasar de un estado alto
de activación a uno de más calma, o la del chaparrón, los días de lluvia. Si te interesa conocer más, ella distribuye unos DVD’s que son geniales. Nosotros los tenemos todos.
Esto es el algo que también ofrece consistencia y ritmo en el día a día, así como una manera de conectar con la cultura, la tradición y el patrimonio de nuestra comunidad.
En realidad los preparativos de la fiesta son casi más importantes que la fiesta en sí.
Antes de una festividad como puede ser Navidad, de lo que se trata es de ir ofreciendo cada día al niño una gotita, para que vaya procesando,
entendiendo e interiorizando lo que va a pasar.
Esto no es de un día para otro montar el árbol de Navidad, el belén y atiborrarlo de regalos, todo deprisa y corriendo.
Así el niño se siente sobresaturado, y no llega a comprender qué está pasando.
El calendario de adviento es una forma muy buena de preparar la Navidad con los niños, por ejemplo.
Esta Navidad pasada preparé este palo de adviento, en el que cada día el gnomo del adviento traía un pequeño presente de uno de los cuatro reinos terrenales.
Y para montar el Belén, cada día llegaba uno de los personajes, hasta que finalmente el día 24 llegó el bebé Jesús. Y luego también se fueron poco a poco.
Otra de las fiestas que también preparamos con antelación es la de San Martín, una semana antes empezamos a cantar sus canciones,
y preparamos estos farolillos de papel, para acudir a la fiesta del farol.
Esto es muy importante para fomentar su autonomía, y además permite que los niños trabajen con sus manos,
lo que acaba desarrollando la motricidad y la inteligencia.
Tareas domésticas como barrer el suelo, limpiar la mesa, o las ventanas, coser, tejer, preparar la comida,…
Es aconsejable no frenar su interés por querer hacer las cosas, aunque su ayuda nos vaya a retrasar.
Y siempre debemos enseñarle con nuestro ejemplo. No importa dar órdenes o largas explicaciones, simplemente un “Mira, se hace así”.
Eso sí, hay que cuidar el gesto, hacer las cosas con gracia, evitando movimientos o gestos violentos.
Esto se puede hacer de muchas maneras, pero pintar con acuarelas, es una opción muy buena,
ya que permite estimular la creatividad, y vivenciar y experimentar el color de forma intensa.
Las acuarelas que utilizan en las escuelas Waldorf son de la marca Stockmar, que además de ser naturales,
tienen una muy alta pigmentación y pintar con ellas se convierte en toda una explosión de color.
Lo ideal es que los niños puedan pintar en papeles de gran formato, para que puedan hacer movimientos amplios, lo que beneficia su desarrollo físico y espacial.
No importa el dibujo acabado, de lo que se trata es que pueda experimentar con la pintura y el color, y deje volar su imaginación.
En esta entrada que publiqué en otoño, te expliqué todo lo que tienes que saber sobre las mesas de estación Waldorf, o mesa de la naturaleza.
Ahora mismo en casa tenemos montada la mesa del invierno, con el Rey Invierno como principal protagonista.
Los cuentos tienen tantos beneficios: estimulan la imaginación, la comprensión, el pensamiento,…
Incorporar un cuento al menos a la hora de ir a dormir es algo bastante fácil de hacer para casi todas las familias.
En las escuelas Waldorf los cuentos que más recomiendan para niños pequeños son los de animales y los de hadas,
y una muy buena recomendación son todos los de los hermanos Grimm.
Además cada día se narra un cuento mediante un teatrillo de mesa, como ya te presenté en este libro de Tamara Chubarovsky,
que permiten conectar con el espectador a un nivel mucho más profundo.
Creo que podría seguir esta lista, pero me he centrado en los aspectos más esenciales que nosotros aplicamos en casa.
«Nuestro mayor esfuerzo debe ser el desarrollo de seres humanos libres, que sean capaces por sí mismos de impartir propósito y dirección a sus vidas». – R. Steiner
Puedes encontrar el artículo original aquí:
http://www.demicasaalmundo.com/blog/11-consejos-aplicar-pedagogia-waldorf-casa/
Escrito por Tamara Chubarovsky es una pedagoga Waldorf.
Las imágenes mentales creadas por uno mismo al escuchar una historia o al leer, perduran en la memoria a través del tiempo. Los cuentos siempre han sido una fuente que ha nutrido a los niños a nivel emocional y también han ayudado al desarrollo de capacidades cognitivas como son la memoria y la atención, pero ante todo, a esta imprescindible capacidad de imaginar y recrear imágenes interiores mentales, capacidad que es la base de muchas otras funciones. En esta era plagada de imágenes externas que bombardean al niño, ya sea a través de TV, tablets, Pc, móvil o incluso ilustraciones, cada vez los niños presentan más dificultades en crear imágenes mentalmente. A mayor consumo exterior, menor creación interior. Esto está acarreando graves problemas de aprendizaje y también sociales.
Para interesarme por lo que me cuenta otra persona y empatizar con ello, necesito ser capaz de imaginármelo. Puedo recordar con facilidad solo aquello que se transformó en imagen, aunque solo sea un esquema de la pizarra. Respecto a esto, en estos días una maestra me comentaba de la dificultad de los niños en copiar de la pizarra sin errores. Vemos que incluso la retención corta de la imagen de la pizarra al cuaderno, está fallando. También hoy día se habla mucho del desinterés por la lectura. Pero es que sólo puede interesarme leer, si soy capaz de ir imaginando lo que leo. Si carezco de esa capacidad, leer es solo descifrar letras vacías. Mi hija adolescente, que había faltado a clase y tenía que estudiar para el examen con los apuntes de un compañero me lo decía “No sé si podré aprobar el examen, ya que como no escuché a la profesora, no tengo las imágenes y sin las imágenes no consigo retener los contenidos”. De hecho en la escuela primaria Waldorf, toda la enseñanza está basada en la transmisión de bellas imágenes, que no solo faciliten el aprendizaje del niño, sino que además lo nutran emocionalmente. Siendo alumna Waldorf, aún llevo en mi corazón las imágenes de los griegos, el arlequín de la multiplicación, el metabolismo de la vaca y tantas otras historias, que al haber evocado en mí una imagen y una emoción, perdurarán allí eternamente. Y especialmente las imágenes, surgidas de los cuentos en la infancia, nos llenan de vida interior y nos acompañan.
Pero de lo que quería hablar hoy es de cómo ayudar a estos niños actuales a recuperar o estimular esta capacidad creativa. Observamos que a menor creación y vida interior, más aburrimiento, apatía y necesidad de consumo exterior. Es urgente revertir esta situación si no queremos adultos complemente vacíos.
La primera medida para promover imágenes interiores es reducir al máximo las imágenes exteriores. Si ya han visto la película de Disney de la Bella Durmiente, cuando les cuente el cuento, evocarán esas imágenes y no imágenes propias. Esto ocurre en general con personajes arquetípicos como el gigante, el enanito, la princesa, el lobo etc. Si ya hay una imagen exterior establecida, será mucho más difícil, sino imposible, crear la propia. Esto, además de abolir la creatividad y fantasía propia, tiene como inconveniente, que un gigante u ogro de una película, a la noche, en medio del sueño, puede emerger produciendo miedo. Son imágenes difíciles de digerir. Una imagen propia, será creada a la medida de cada uno. Pero tampoco quiero decir que haya que excluir de la vida del niño las imágenes, el niño tiene necesidad y hambre de imágenes. La cuestión es qué tipo de imágenes le acerco, sabiendo que si lo que quiero es estimular su propia imaginación y capacidad mental, deberé escoger imágenes sencillas e “incompletas”. Y siendo que el niño antes de los 5, 6 o 7 años no está plenamente capacitado para la producción propia y abstracta de imágenes que pueda evocar a su antojo (memoria abstracta), acompañaremos al niño en este proceso. Dijimos que a mayor simplicidad externa, mayor actividad interna, pues bien, en el caso de niños pequeños o cualquier niño con mayor dificultad en este campo, la transición hacia esta actividad interior plena puede ser apoyada eficazmente, si tenemos en cuenta estos criterios:
Muchas veces se cuenta a los niños un cuento tras otro. En este caso, el cuento está teniendo una función mero entretenimiento, al igual que si vieran TV (¡aunque mejor, claro!). El niño sigue con “hambre” de imágenes, insaciable y pide cada vez más, porque en realidad, ninguna imagen le llenó. Si contamos solo un cuento y este mismo cuento varios días seguidos, veremos que los niños se quedan satisfechos, porque han recibido su alimento, han sido capaces de integrar y digerir las imágenes. El niño aprende mucho más vocabulario, desarrolla mucho más capacidad de comprensión, atención y memoria, si escucha solo un cuento muchas veces a si escucha gran diversidad de cuentos. Además, el exceso de imágenes externas crea inactividad en el momento e hiperactividad después. Un cuento sencillo y contado serenamente, produce gran actividad interior en el momento y calma después.
La hiperestimulación es la que está atrofiando a nuestros niños. A cualquier niño con déficit de atención, también deberíamos reducirle los estímulos para que sea capaz de asimilar de a poco. Cuando es demasiado lo que tienen para procesar, suelen desconectar. En cambio, cuando sienten que son capaces de comprender, atender y recordar lo que les transmitimos, se llenan de alegría, autoestima, autoconfianza y motivación.
Es hora de volver a simplificar, para que de nuestros niños puedan surgir las maravillas latentes en su interior.