¿Jugamos? ¡Es como mejor aprendemos!
Escrito por Katia Saravia Marroquín, Co-fundadora y Directora Trinus.
Conforme han pasado los años, les hemos quitado a los pequeños el tiempo de jugar, explorar, de ser creativos y de permitirles disfrutar y desarrollar las habilidades de cada etapa de su desarrollo. Ahora esperamos que infantes de cuatro años se queden sentados en una silla por más de veinte minutos, haciendo una hoja de trabajo, sin hablar, prestando atención, y encima de todo, comprendiendo y almacenando la información. Pero, ¿estaremos tomando en cuenta cuál es la mejor manera en que aprende cada niño? Considerando que cada ser humano es distinto y lo que funciona para unos, no funciona para otros.
El juego es mucho más que simplemente algo divertido, y tiene un verdadero trasfondo: enseñar de una forma entretenida, creativa y diferente. Cuando jugamos estamos integrando nuestros cinco sentidos lo cual crea una experiencia vivencial, por lo tanto, absorbemos la lección con mayor facilidad y la interiorizamos. Cuando logramos ver todos los beneficios del juego, comprendemos lo valioso y significativo que es involucrarlo en la rutina diaria de nuestros niños. Algunos de sus beneficios incluyen: fomentar y extender nuevas ideas, socializar y aprender a relacionarse con chiquillos de su misma edad o de distintas edades. El juego los enfrenta con el reto de solucionar problemas y les enseña a aceptar diferentes puntos de vista, permite que se asuman distintos roles y aprendan de la importancia que hay en cada uno de estos roles. Así mismo desarrollan tanto su motricidad gruesa como la fina, están expuestos a prueba y error, utilizan su imaginación y acceden al uso del lenguaje para poder comunicar sus gustos y necesidades. Se fomenta la disciplina al momento de seguir reglas y esperar turnos. Jugando, los niños manifiestan sus temores, y a la vez logran superarlos y deshacerse de ellos.
Es por medio del juego donde los niños y niñas descubren el mundo y sus intereses; además de desarrollar distintas capacidades físicas, sensoriales,
mentales, afectivas y creativas. Muchos psicólogos altamente reconocidos han elaborado teorías con respecto al juego. Según Jean Piaget “el juego simbólico, ingresa a los niños o niñas en el mundo de las ideas, en el mundo de la verdadera inteligencia humana. Con esto los niños comienzan a aprender reglas que prescriben las actividades y los procesos humanos”.
Dentro del aula, el juego es más efectivo y profundo que una lección de 30 minutos. Se debe empezar con el juego sensorio motor, de 0 a 2 años en el cual los adultos deben ayudar a estimularlos, para que así comiencen a tener conocimiento de su propio cuerpo y del movimiento, esto incluye gatear y esconderse. Luego, viene el juego simbólico de 3 a 5 años, el cual incluye los juegos de representación o imitación como por ejemplo jugar casita, doctor, de restaurante, etc. Por último, está el juego reglado a partir de los 6 años que abarca todos los juegos estructurados como el fútbol, juegos de mesa, chiviricuarta, etc.
No hay una edad específica en la cual hay que dejar de incorporar el juego como manera de aprendizaje. Conforme los niños se van entrando a la pre-adolescencia y adolescencia el juego se va desapareciendo de la rutina diaria. Sin embargo, seguir implementando el juego como parte del aprendizaje a todas edades ha demostrado ser sumamente efectivo, claro siempre manteniendo un balance. Ahora pensémoslo bien, ¿queremos formar niños con múltiples virtudes o pequeños robots destacados en su intelecto, pero sin inteligencia emocional ni social? Es importante desarrollar su máximo potencial en todas las áreas.