Tips Para Manejar los Problemas de Interacción Entre Niños

Primero, es importante que recuerdes que alrededor de los cuatro años, es normal que los niños empiecen a pegar, aruñar, patear, morder, etc.
Los niños están iniciando su etapa de socialización y aún están aprendiendo a canalizar su frustración, por lo que puedes esperar estos comportamientos frecuentemente.
No tengas pena, tu hijo es normal, no es un niño que se está convirtiendo en agresivo y un futuro bully.
 niños jugando
Claro que nunca querrás que tu hijo regrese golpeado o mordido a casa, sin embargo la forma en la que tu canalices tu propia frustración ante la situación es determinante en la manera en que tu hijo pueda desarrollar las destrezas necesarias para poder desenvolverse en un ambiente social.

TIPS

Aquí van algunos tips de lo que NO DEBERIAS decir a tu hijo en casa:

1. Tu tienes derecho a defenderte y si te pegan tu pegas más duro de regreso.

 

 

El decir esto genera confusión en los niños, ya que aún no tienen el discernimiento de saber cuando pueden y cuando no pueden pegar.
De igual manera, decir esto a los niños, les da el mensaje que es aceptable lastimar a otro niño cuando la lección que queremos dar es que la agresión nunca es la forma de solucionar los problemas.
niños peleando

2. Ese niño es muy agresivo, no quiero que juegues más con él.

Al igual que tu hijo, el otro niño también está aprendiendo a socializar y a desenvolverse en diferentes situaciones.
Tu hijo, muy probablemente, hará lo que tú le digas que haga y con este comentario estás colaborando a que tu hijo no aprenda formas asertivas de solucionar los problemas y estás indirectamente generando una situación de aislamiento para el otro niño.
Ningún niño merece ser aislado de otros niños porque ha tenido dificultad en canalizar su frustración.

3. Las maestras tienen la culpa por no cuidarte todo el tiempo.

Cuando hablas mal de las maestras delante de tu hijo estás dando el mensaje que no deben respetar la autoridad de las maestras.
niña sacando la lengua

4. No te acerques a ese niño, juega con alguien más.

 

 

De nuevo, estas enseñando a tu hijo desde edad temprana que está bien rechazar a otros niños y esta conducta continuará en su camino escolar, generando desde temprana edad formas no adecuadas de resolver sus problemas con otros niños. Recuerda, tu hijo está aprendiendo en todo momento, es una esponjita.  Es importante que utilices estos momentos para enseñar a tu hijo la compasión y la amistad hacia otros niños.
Demostrándole que puede perdonar a otro por haberlo lastimado, que pueden encontrar otras formas de defenderse y más aún puede ofrecerle su amistad siempre a alguien que la quiera. Si tu hijo tienen dificultad para relacionarse con un niño en específico, llama a la mamá, organiza un playdate y enseñale a tu hjio en el momento cómo solucionar el problema.

niños compartiendo

La clase principal

 

Cuando Rudolf Steiner fundó la primera escuela Waldorf en Alemania, en 1919, introdujo la clase principal, una de las características más sobresalientes de la educación Waldorf.

 

En ella se aprenden y trabajan a fondo las principales materias: lengua, matemáticas, ciencia, historia, geografía.

 

Cada materia se estudia durante tres o cuatro semanas, en bloques o épocas, lo cual permite al maestro abarcar el contenido curricular de manera intensiva.

 

Los alumnos se ven inmersos en el tema y tienen la oportunidad de estudiarlo a fondo.

 

Luego lo dejan “dormir” y regresan a él dos o tres meses después con más madurez y mejor entendimiento, pues el conocimiento necesita tiempo para enraizar, crecer y dar fruto.

 

La clase principal dura alrededor de dos horas y siempre se imparte en la mañana, cuando los niños están descansados y alertas, ya que en la medida en que transcurre el día escolar el niño recibe más y más estímulos que lo llegan a “saturar.”

 

grupo de niños

 

 

 

 

La enseñanza Waldorf siempre empieza con la unidad, con lo entero, y progresa hacia las partes o componentes, de lo concreto hacia lo abstracto.

 

Esta actitud holística relaciona las materias entre sí y los niños llegan a percibir la unidad del mundo en lugar de estudiarlo de manera fragmentada.

 

Se valora el proceso de aprendizaje, no sólo el producto, y se busca que el niño aproveche y disfrute el viaje en lugar de enfocarse únicamente en el destino.

 

El enfoque Waldorf se centra en el niño y busca integrarlo a los ritmos naturales del día y del año, por lo que la clase principal también incorpora elementos que reflejan el mundo natural y sus cambios.

 

Además, está conectada con los festivales celebrados en las escuelas Waldorf.

 

Siempre se busca alcanzar el equilibrio adecuado entre el desarrollo físico, intelectual y emocional, entre las manos, la cabeza y el corazón, y la clase principal es un vivo ejemplo de esto.

 

Rudolf Steiner habla en numerosas ocasiones de el arte de enseñar.

 

Así, al planear su clase, el maestro Waldorf acepa el reto de crear una verdadera obra de arte, de integrar equilibradamente la voluntad, el pensamiento y el sentimiento, de tal manera que el aprendizaje del niño sea significativo, memorable y placentero.

Enfoque Waldorf

Las materias se presentan de muchas maneras, como juegos rítmicos, versos, recitación, narraciones, movimiento, pintura y redacciones. En el ritmo semanal, los nuevos conocimientos se trabajan dentro de un ritmo de tres días:

 

  • Día uno: vivir la experiencia a través de la narración (sentimiento)
  • Día dos: recordar, recapitular, reconstruir (pensamiento)
  • Día tres: trabajar lo aprendido (voluntad)

 

Este ritmo obedece a la importancia de dejar descansar el nuevo conocimiento durante la noche, de dejarlo verdaderamente cuajar dentro del niño para que pase a formar parte de él.

 

¿Cuántas veces nos hemos ido a dormir con un problema cuya solución no logramos vislumbrar, y despertamos a la mañana siguiente sabiendo cómo debemos proceder?

 

Esta “meditación al dormir” es la que ayuda al niño a verdadera y profundamente hacer suya la información, que se convierte en conocimiento y, a la larga, en sabiduría.

sueño

La clase principal representa la parte pensante del día escolar; en ella se introduce todo el nuevo material intelectual de manera imaginativa, y se desarrollan la memoria y las formas de pensamiento lógico, analítico y crítico.

 

El maestro busca representar conocimientos y conceptos mediante imágenes artísticamente creadas o narradas, que el niño recrea internamente (es decir, imagina) y que resuenan en su alma.

 

Las clases de arte, música, teatro e idiomas son la parte de sentimiento y las clases de actividad física y de arte manual representan la sección volitiva del día escolar.

 

A su vez, dentro de la clase principal también impera un equilibrio propio y un ritmo de contención y expansión, como la respiración. Cada día es un día nuevo, lleno de posibilidades.

 

Los primeros quince minutos son muy importantes y marcan cómo seguirá el resto de la clase principal ¡o incluso el resto del día!

 

El maestro debe crear, escoger y presentar las actividades que permitan a los niños estar verdaderamente presentes en cuerpo, mente y alma, dispuestos y abiertos a aprender.

 

  • La clase comienza con una sección rítmica para armonizar a todos los niños y despertar sus sentidos. En esta sección rítmica se recitan versos, se cantan canciones, se hacen ejercicios de coordinación, lateralidad y destreza, se memorizan las tablas de multiplicar, se hace aritmética mental o se practican trabalenguas. También se puede tocar la flauta.

 

  • A continuación, el maestro lleva a los niños a recordar lo aprendido el día anterior, a secuenciar y clarificar los conocimientos ya conocidos.

 

  • Después los niños reciben el nuevo material de este día, presentado por el maestro mediante caracterizaciones y descripciones o dibujos llenos de detalles que apelen a la vida anímica del niño.

 

  • Trabajan lo aprendido hace dos días en su libro de clase principal o por medio de un dibujo o una pintura, o modelando, ejercitando así su voluntad para “capturar” lo que ahora ya saben.

waldorf books

  • La clase principal cierra con un cuento o narración que, dependiendo del bloque que se está estudiando, puede o no estar relacionado con lo que están aprendiendo. Dicho cuento o narración permite a los niños entrar en un estado de casi ensoñación, donde imaginan y se relacionan de manera personal con los personajes del cuento a acontecimiento histórico. Vale aclarar que el currículo tiene como espina dorsal o hilo conductor una serie de narraciones que abarca todos los grados (de primero a octavo) y que van desde la sabiduría arquetípica de los cuentos de hadas hasta las hazañas de los grandes, pasando por las cualidades humanas de las fábulas, los mitos y sucesos hebreros, nórdicos, hindúes, persas, egipcios, griegos, romanos, del Renacimiento y las revoluciones.

 

Las escuelas Waldorf no utilizan libros de texto para impulsar el aprendizaje, más bien los propios alumnos van creando en su libro de clase principal sus propios libros de texto.

 

El maestro desarrolla en los niños un sentido estético; el énfasis no está en hacer mucho, sino hacerlo bien, por lo que los alumnos verdaderamente se esfuerzan y se retan a hacer el trabajo lo mejor posible.

 

Es en estos cuadernos de formato grande y papel de buena calidad donde el alumno puede escribir sus redacciones, cuentos, poemas, informes e investigaciones y acompañarlos con ilustraciones y diagramas detallados, creando así un archivo de su propio aprendizaje.

 

Fuente: Al Alba, revista sobre educación Waldorf. Año 5, número 1 – Otoño 2011

¿Por qué no vemos todas las materias al mismo tiempo?

 

 

El método Waldorf-Steiner distingue entre habilidades que requieren práctica regular (idioma, música, matemáticas, ortografía, etc.) y la introducción de nuevo contenido.

 

Las experiencias o contenidos de enseñanza nuevos a menudo son introducidos mejor después de un período donde puede producirse la asimilación de material enseñado anteriormente.

 

recordar

 

 

 

 

Adquirir nuevas habilidades y practicarlas hasta que logran afianzarse, son dos procesos diferentes que requieren ritmos distintos.

 

Tras un período de concentración sobre un tema determinado (digamos de unas 3 o 4 semanas), este tema se deja de lado y se lo deja descansar hasta que vuelva a ser evocado explícitamente en la conciencia, más adelante.

 

Olvidar y recordar

 

La experiencia muestra que esto produce un significativo efecto de asentamiento, durante el cual el conocimiento se convierte en facultad.

 

Eso puede ser evocado en una etapa posterior, en una ulterior clase principal, y sirve de fundamento sobre el que se puede ir edificando.

 

El “re-membrar” o reintegrar la experiencia personal en un contexto más amplio es una parte importante del proceso de aprendizaje.

 

 

La naturaleza de la memoria también experimenta una serie de metamorfosis, evolucionando desde la memoria situacional o local, a la rítmica, y finalmente a la abstracta.

 

cerebro

 

La educación Waldorf apela intensamente a estos distintos tipos de memoria.

 

La memoria local o situacional se ve fortalecida por la saludable rutina de los primeros cursos, la memoria rítmica es cultivada por el trabajo oral como el que vemos en el aprendizaje de las tablas de multiplicar, cadenas numéricas, poemas, proverbios, canciones y vocabulario de lenguas extranjeras aprendidos de memoria.

 

La retrospección activa es una importante habilidad practicada diariamente en la mayor parte de las clases, como lo es el recordar y revisar situaciones complejas compartidas.

 

La buena memoria se basa en la formación por parte del individuo de un fuerte vínculo de identificación con sus experiencias.

 

Eso se logra de manera óptima implicando el interés de los alumnos y estimulando su respuesta afectiva.

 

La otra clave para la memoria es el contexto. Todo conocimiento necesita encontrarse inmerso en un contexto que tenga sentido para el alumno.

 

La enseñanza imaginativa es crucial en el sentido de que permite a los alumnos imaginar o formarse representaciones de lo que se les está enseñando.

 

niño pensando

 

La falta de tensión también es una ayuda para la memoria activa y el maestro intenta crear un estado de ánimo de conciencia sosegada en el aula.

 

Fuente: Plan de estudios de la pedagogía Waldorf-Steiner, Tobias Richter

¿Por qué educamos?

La educación es una tarea tan familiar y evidente dentro de nuestra sociedad que raramente nos detenemos a considerar, en primer lugar, para qué educamos a los niños.

Si hiciésemos la pregunta, casi todo el mundo daría las siguientes razones: los niños necesitan alcanzar ciertas habilidades y conocimiento que los capaciten para ocupar su lugar en la sociedad moderna.

niño ejecutivo

Otras razones incluirían la necesidad de aprender sobre la cultura y cultivar su mente. Los gobiernos se han ido interesando en involucrarse en la necesaria lista de conocimientos y de habilidades esenciales, y en prescribir por ley los niveles de competencia y su consecución.

 

Aconsejados por los académicos, a menudo prescriben el contenido de lo que habría de aprenderse.La educación Waldorf ve aún otra razón más básica del para qué hemos de educar los niños. Y eso se dirige hacia lo que es fundamentalmente humano dentro de nosotros.

 

El niño pequeño sigue sus instintos corporales, sus impulsos y compulsiones, la inteligencia de los cuales le impele interiormente a ponerse de pie, a encontrar el equilibrio, a desplazarse y a aprender el lenguaje.

 

Sin embargo, si estas fuerzas volitivas no encontrasen un ejemplo humano que imitar, los movimientos del niño no tendrían dirección y el proto-lenguaje nunca se transformaría en competencia sintáctica y lingüística plena.

 

niños cantando

 

Por medio de la imitación, las fuerzas volitivas dentro del niño se orientan de tal modo que aprenden a adoptar ritmos vitales, patrones de comportamiento, actitudes, maneras de ser y de pensar que liberan al individuo del reino puramente instintivo.

 

El niño en edad escolar ha de aplicar su voluntad al pensar, a la formación de la memoria, a formar los conceptos y a todas las importantes habilidades que necesita el ser humano.

aprendiendo imitando

 

¿Por qué entonces los niños no pueden hacerlo por la continua observación e imitación de lo que hace la gente mayor a su alrededor? Rudolf Steiner muestra la perspectiva de este aspecto, comparando al ser humano con los animales superiores:

 

En la medida en que pertenecemos al reino humano y no al reino animal, hemos de preguntarnos:

 

¿por qué educamos? ¿por qué los animales crecen para cumplir sus tareas sin necesidad de ser educado? ¿por qué los seres humanos no llegan a hacer lo que deberían hacer para la vida simplemente observando e imitando? ¿por qué el maestro o el educador ha de interferir en la vida del niño?

educación

Estas son preguntas que acostumbran a permanecer sin respuesta, porque el tema parece totalmente obvio. Pero el hecho real es que entre los 7 y los 14 años del niño hemos de establecer la relación correcta entre el pensar y el querer (concebido este último como el impulso a la acción).

Niño dulces

 

Si no se hace eso es posible que esta relación se malogre. En los animales, su pensar (que se parece al del sueño) y su impulso a la acción actúan coordinadamente.

 

Pero en el ser humano el pensar y el impulso a la acción no coinciden necesariamente, y por eso hemos de educar. En los animales esta interacción es una actividad natural. En el ser humano ha de convertirse en una actividad ética.

 

Los seres humanos pueden convertirse en seres éticos porque aquí en la Tierra tienen la oportunidad de introducir el pensar en el impulso a actuar (o impulso volitivo) que llevan dentro.

ayudando a otro

 

El carácter global del ser humano- en la medida en que sale de dentro- se fundamente en el establecimiento de la armonía apropiada entre el pensar y el impulso volitivo como resultado de los esfuerzos del mismo individuo.

 

Podemos ver, pues, que la propia actividad del niño es orientada, primero por medio de la imitación y después por la educación.

 

Fuente: Plan de estudios de la pedagogía Waldorf-Steiner, Tobias Richter

Así aprendemos, así enseñamos, así caminamos en Waldorf.

Artículo escrito por Gabriela Rodriguez, Maestra de Sexto Grado en el colegio Inlakesh en México D.F

La Pedagogía Waldorf “considera perjudicial introducir la lectura y la escritura antes de los siete años”, dice un artículo que carece de autor que se responsabilice del mismo y agrega que antes de esa edad tampoco se trabajan las matemáticas.

Aclaremos algo: En Waldorf, el lenguaje y los números no se introducen a la usanza tradicional, pero desde el primer septenio nuestros niños están relacionados, no sólo con la lectura, la escritura y las matemáticas, sino con la física y otras ciencias.

La pregunta es ¿Cómo?

Cuando tú lees un libro, en tu mente proyectas imágenes relacionadas con la lectura. Esto te permite experimentar emociones, tener comprensiones e incluso “acomodar” situaciones de tu vida. Pues eso mismo les sucede a los niños en el Jardín de Infancia cuando su maestra (o) les narra un cuento. Ellos escuchan la misma historia una y otra vez, luego la pueden narrar y hasta representar. Estos pequeños están leyendo. No descifrando signos como en la forma tradicional, sino ¡leyendo!

¿Que no aprenden como los demás niños? Cierto. Un niño en la escuela Waldorf aprende a leer con todo su ser. Y un niño que aprende de esta manera, entiende lo que lee. Aunque aún no descifre las letras… Los demás niños aprendemos a descifrar signos, pero ¿comprendemos?

El artículo antes mencionado hace referencia también a la escritura. En este tema compartiré mi experiencia como mamá.

Cuando aún no cumplía siete años, mi hija mayor un día me preguntó cómo se escribía su nombre, así que se lo escribí en un papel y ella me preguntó si ahí decía Dulce. Le contesté que sí y ella comenzó a escribirlo innumerable cantidad de veces y aprendió a identificar los sonidos de cada una de las letras que componían su nombre.

Si era su cumpleaños, ella firmaba todas las invitaciones. Cuando veía nuevas letras me preguntaba qué letra era y su sonido. Entonces las relacionaba con las letras de su nombre y armaba palabras. Por ejemplo la “E” con “D” y leía “DE”. Así de simple. Yo sólo la acompañaba, jamás la forcé. Sabía que era su camino personal, como aprender a gatear o a caminar.

Para cuando llegó a la Primaria conocía, como otros de sus compañeros, muchas letras y sus sonidos. Y aún no la presioné, respeté su proceso.

Cabe mencionar que en algún momento de su segundo grado me cuestioné si no iba retrasada en la lectura, pero entonces tuve la oportunidad de prepararme para el examen del Ceneval con el que obtendría mi título de Licenciatura en Educación Primaria y ahí aprendí que para la Secretaría de Educación (SEP), los niños al salir de primer grado de Primaria deben tener nociones, léase bien: nociones de lectura, no niveles avanzados.

Hoy mi hija lee con correcta entonación y fluidez y devora libros. Por cierto. Desde que era pequeña leemos con ella antes de dormir.

Amo contar mi experiencia con las “planas” espontáneas que he visto hacer a los niños en Waldorf. Al jugar al restaurante, por ejemplo, repiten varias veces el mismo menú para repartir entre los comensales ¡Por supuesto! Escriben que va haber una función y escriben decenas de anuncios con la misma información…

Alguna vez un papá me contó que cuando su hijo aprendió a escribir su nombre, lo repitió decenas de veces a lo largo de las paredes y cuando él vio esto le preguntó qué había hecho y el niño le respondió: “Papá, así sabrás dónde estoy”.

¿Las Matemáticas? Mucho antes de entrar a  la Primaria mi sobrino hacía cálculo mental a una rapidez asombrosa. Hacía preguntas y deducciones que ningún programa académico le podía dar. Nadia se lo prohibió. Mucho menos en su salón de Jardín Waldorf donde los niños pueden contar cuántas piezas de pan hicieron entre todos, quién faltó ese día y cuántos panes pueden tocar a cada uno de los presentes, incluyendo a los maestros.

Por supuesto que no todos los niños están interesados en hacer cuentas como mi sobrino. Pero eso sucede en cualquier tipo de enseñanza ¿o no? Y sí, no hacen esa suma, resta y división en un papel con símbolos que todavía no comprenden, pero pueden llevar a cabo las operaciones. Ya llegará el momento de aprender lo que significa cada operación y registrarlo. ¿Por qué la prisa? ¿Hacerlo antes nos hace ser mejores?

¿La Física? Los niños construyen puentes en la arena y debajo de éstos hacen correr ríos, construyen presas, fuentes… Avientan llantas por una pendiente y luego la suben y son ellos quienes buscan la solución a estas situaciones ¿Qué más quieren antes de los siete años? Las fórmulas llegarán en su momento: cuando estén listos para recibirlas y aplicarlas en papel.

Y de las Ciencias de la Naturaleza ni se diga todo lo que pueden aprender en las caminatas al bosque o al sembrar en la hortaliza o al cuidar los animales de una granja.

Esto antes de los siete años. Y una vez que entran a la Primaria empieza el ajetreo: que si aprenden lo mismo que en los otros Colegios, que si llevan los mismos niveles. Lo que hoy puedo decir es que como mamá y maestra he podido experimentar diferentes situaciones.

LOS GRADOS SUPERIORES

Hace unas semanas me sentía contra la pared por el tema de si los niños aprenden o no, o qué va a pasar cuando vayan a otras escuelas, etcétera. Tomemos en cuenta que soy la maestra de sexto grado y las miradas están puestas en mi grupo.

En medio de mi preocupación busqué en el libro de Historia de la SEP qué temas podía trabajar con los niños. Me llevé una sorpresa al ver que, excepto dos temas que estudiaremos este año, hemos visto todos los demás ahí propuestos. Grité de emoción. Y mi corazón descansó.

Hace unos días una de  mis alumnas dijo en el salón que tenía una amiga que estaba en sexto y sabía hacer raíz cuadrada. Las miradas de los niños se posaron sobre mí y me preguntaron si ellos aprenderían esto. Les dije que sí, llegado su momento, pero que no se preocuparan, porque aunque ellos no conocen este tema con ese nombre, tienen los principios que nos llevan a resolver una raíz cuadrada. Muy extrañados me preguntaron qué era lo que sabían y les dije:

“Aunque no los hayamos conocido con ese nombre, hemos trabajado los números cuadrados hace tiempo. Un número cuadrado es 49”, les dije.

Antes de tres segundos alguien dijo: es el resultado de 7 por 7

¡Exacto! Contesté ¿Quién me dice otro número cuadrado? Y enseguida alguien dio otra opción. Pronto descubrieron que 25 es un número cuadrado, pues resulta de multiplicar 5 por 5 y 16 resulta de 4 por 4. Les dije entonces que 5 es raíz cuadrada de 25 y 4 lo es de 16.

¿Y desde cuándo conocemos esto? Pregunté. “Desde primero”, contestaron los niños. Sus caritas brillaron de alegría. Y al escribir esto no puedo evitar la emoción que me arranca más de una lágrima.

Recordé entonces lo que alguna vez leí que dijo Rudolf Steiner:  Aprendiendo todas las operaciones de una vez, avanzarán más de lo que piensan.

Sé que estoy sobre la mira. Quizá no fue azar que levantara la mano a principio de año escolar para escribir algo en estas fechas. Quizá a finales de año deba volver a leer con calma este escrito.

Así que por si acaso, les diré: Al terminar este ciclo escolar sabré que di lo mejor de mí. No sé si todos mis alumnos se queden, no sé si todos se vayan. No sé nada. Esa es la verdad.

Pero sé que lo que deje en las almas de los niños será para siempre. Y al saber que soy una persona que nunca deja de aprender, confío sembrar en ellos la huella del aprendizaje: que nunca crean que lo saben todo y estén siempre abiertos a lo que la Vida les quiera enseñar y así puedan siempre seguir aprendiendo… felices.

Y a donde quiera que vayan, aprenderán con métodos diferentes, no lo dudo; les llevará un tiempo ajustarse, claro, pero confío que lo lograrán. Siempre los he acompañado en mi corazón confiando en ellos y lo seguiré haciendo.

Así aprendemos, así enseñamos, así caminamos en Waldorf.

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